Según Omar Alejandro Martínez Torres, el sistema financiero mexicano es “el conjunto de regulaciones, normativas, instrumentos, personas e instituciones que operan y constituyen el mercado de dinero, así como el mercado de capitales”. Los sistemas financieros sustentan el crecimiento económico y el desarrollo al orientar y dirigir tanto el ahorro como la inversión vinculando la oferta y la demanda de dinero de un país. En otras palabras, el sistema financiero es uno de los mecanismos más importantes e innovadores de las economías modernas para generar riqueza y bienestar. En la actualidad, constituye un vasto sistema bancario interconectado a nivel mundial, con una amplia gama de instrumentos.
El sistema financiero es de alcance supranacional y comprende los instrumentos o activos financieros, las instituciones o intermediarios y las transacciones financieras que lo sitúan como la plataforma estratégica que soporta la seguridad financiera internacional y nacional. Es una red crítica y estratégica que genera empleos y mejora la productividad tanto de individuos y empresas como de organizaciones y países. Como resultado, el sistema financiero es responsable de mejorar la confianza de las personas o entidades que desean invertir, ahorrar o administrar su capital.
Dentro del sistema financiero mexicano, las instituciones del ramo permiten encauzar de forma eficiente el flujo de fondos hacia usos más productivos, recaudar capital de inversión, conducir pagos, inversiones y compras con agilidad y seguridad, etc. Las instituciones financieras que mayor visibilidad tienen son los bancos de primer piso, pues es donde los ciudadanos comunes acuden para retirar o depositar dinero, abrir una cuenta personal o de empresa, obtener una tarjeta de crédito, una hipoteca o cualquier otro instrumento de ahorro o inversión.
Evolución del sistema
Sin embargo, con motivo de la revolución 4.0, el sistema financiero mexicano ha evolucionado notablemente y, además de los espacios físicos a los que acuden los clientes (sucursales), se ha robustecido con instalaciones, redes, suministros y servicios adicionales. Hablamos de la producción de monedas y billetes, bóvedas, unidades de traslado de valores, cajeros electrónicos, centros de datos, personal especializado y muchos otros activos críticos y estratégicos en los planos físico, humano y cibernético que resultan esenciales para mantener la correcta operación y continuidad del sector.
Dentro de una comunidad PIC (Protección de Infraestructuras Críticas), el financiero es uno de los sectores más estratégicos y críticos
En ese sentido, resulta claro que para mantener la estabilidad financiera de un país es indispensable que el sistema financiero tenga la capacidad de desempeñarse sin interrupciones o alteraciones sustanciales. Y también desarrollar sus funciones de intermediación de recursos y administración de riesgos de manera ordenada y sin posibles desbalances que pudieran surgir como resultado de eventos adversos.
Sector estratégico
Dentro de una comunidad PIC (Protección de Infraestructuras Críticas) formalmente establecida, el financiero representa uno de los sectores más estratégicos y críticos. Y ello es así porque mantiene el desarrollo sostenido de cualquier país a través de su infraestructura y servicios.
Una gran alarma saltaría al imaginar los efectos negativos y las grandes pérdidas que sufriría la economía nacional y todos sus sectores estratégicos si, tan sólo un día, no estuviera disponible el sistema financiero nacional. Sin embargo, este desafortunado escenario pudiera ocurrir si la infraestructura financiera sufriese ataques, accidentes o desastres naturales que afectaran sensiblemente su operación.
En ese caso, las interdependencias entre el sistema financiero y los otros sectores serían los catalizadores para que los efectos negativos resultaran inevitables e irreversibles. De ahí la importancia de comprender e identificar cómo funciona la interconexión en este sector para desarrollar como país procedimientos y políticas que mejoren sus capacidades de resiliencia, sobre todo considerando la evolución de las amenazas y el contexto actual de México en términos de delincuencia y criminalidad.
Escenario violento
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 25, señala que el Estado velará por la estabilidad de las finanzas públicas y del sistema financiero en su conjunto, coadyuvando a generar condiciones favorables para el crecimiento económico. Sin embargo, el sector financiero mexicano ha tenido que adaptarse y trabajar muchas veces de manera individual en algunas de las ciudades más violentas del mundo, donde las expresiones sociales adversas son cada vez más frecuentes y existe una alta permisividad por parte de las autoridades.
Es indispensable que el sistema financiero tenga la capacidad de desempeñarse sin interrupciones o alteraciones sustanciales
Por ello, las organizaciones que conforman el sistema financiero mexicano han reclutado a muchos de los profesionales con mayores aptitudes. Sus estrategias de protección son cada vez más robustas, cuentan con sistemas de seguridad e inteligencia mucho más eficientes que algunas instituciones gubernamentales y, de manera sistemática, trabajan en la aplicación de recursos físicos y tecnológicos de seguridad y en la capacitación y profesionalización de cuadros.
Confianza y permanencia
Por todo lo expuesto, es comprensible definir el sistema financiero mexicano como un instrumento estratégico para el desarrollo nacional, por lo que debe ser visto con mucho interés y su seguridad ha de ser abordada con prudencia. Al respecto, es importante señalar que la base de su permanencia se centra en la confianza y firme esperanza que tienen los actores principales de este sistema en México.
Pero situaciones internas como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), el Culiacanazo, la masacre de la familia LeBarón, el paro nacional de mujeres o el alza de crímenes y delitos, y factores ajenos al país como el coronavirus COVID-19, el descenso del precio del petróleo o los nubarrones que avizoran un crecimiento mínimo de la economía mundial, son elementos de riesgo que pueden socavar la confianza y causar estragos en el sistema financiero, la economía y el desarrollo nacional.
En el corto plazo, sería deseable ver acciones contundentes en el entorno de la seguridad pública y nacional, así como en el primer círculo presidencial, orientadas a mejorar las condiciones para que el sistema financiero mexicano opere con menor incertidumbre y contratiempos.