Si la seguridad pudiera tener asignado un valor como lo tienen las acciones de las empresas, durante estos últimos tiempos hubiera sufrido una buena bajada. La seguridad en la aviación es un elemento crítico para el negocio. Si nuestros clientes perciben que un riesgo aumenta, porque un peligro y una amenaza se hacen más tangibles, la decisión de no viajar es la que se toma, afectando negativamente a la economía global. La industria de la aviación la está sufriendo desde principios de 2020 con la aparición de un nuevo enemigo: el coronavirus COVID-19.
Con este ejemplo quiero escenificar cómo de pronto un asiento de un avión, una sala de espera, un destino en particular, dejan de ser un espacio que se concebía como seguro. De un momento para otro, por haber estado en Bérgamo (Italia), ya sea de vacaciones o por negocios, dejas de ser un privilegiado para convertirte en un potencial foco infeccioso y, por lo tanto, en una amenaza.
Desafío constante
La noción de seguridad está directamente relacionada con nuestra percepción del riesgo, la cual, de acuerdo a nuestros mapas mentales, construidos por las experiencias, el conocimiento del entorno, las capacitaciones, etc., nos induce a comportarnos de una determinada manera y a un cierto nivel de conciencia situacional.
Hace unos meses conocí a un inspector de una autoridad, que regularmente nos conduce auditorías y pruebas de vulnerabilidad a nuestros sistemas de seguridad. Estas han sido las más estrictas y difíciles que hemos tenido que superar. Al preguntarle sobre su experiencia, me comentó que es veterano y ha estado en Afganistán en dos ocasiones. Me queda claro que su nivel de alerta y el seguimiento a nuestros procedimientos y desempeño se mantendrán en el tiempo y que no es algo casual.
Sin embargo, esta es la excepción que confirma la regla, ya que lo habitual, nuestro día a día, es que normalicemos los riesgos y minimicemos las amenazas. Es un proceso natural, propio de la naturaleza humana. Estamos familiarizados con lo que hacemos y nuestra experiencia nos dice que no ha pasado nada (aún). Se nos quita la sensación de incomodidad y de que hay un riesgo asociado a nuestras actividades y a nuestro lugar de trabajo. Nos sentimos seguros y confiados.
Esto se puede observar en la plataforma de cualquier aeropuerto, que por naturaleza es insegura. Se incumplen medidas y procedimientos de seguridad en la aviación a diario. Desde aquellos que afectan a la seguridad personal, como acostarse en una banda de equipajes o no usar el equipo de seguridad, hasta dejar que personas sin identificación permanezcan en una zona estéril.
Lograr que nuestros colaboradores y proveedores e incluso los miembros de las fuerzas de seguridad pública estén alertas y pendientes de algo inusual, de algo sospechoso o del cumplimiento de los procedimientos de seguridad, es un desafío que requiere respuestas e iniciativas constantes para que el nivel de seguridad requerido en el espacio aeroportuario sea el necesario.
En el sector aeroportuario tenemos la responsabilidad de colaborar y trabajar en equipo. En la seguridad no hay competencia
Sistema integral
Por ello, un sistema integral de gestión de la seguridad en la aviación como el que adoptamos las aerolíneas que formamos parte de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) adquiere relevancia y es esencial en el actual contexto de seguridad en el que las compañías aéreas operamos.
El SeMS, que no es otra cosa que el acrónimo de Security Management System, integra una serie de componentes que deben ser implementados en forma transversal en toda la empresa:
- Compromiso de la alta dirección.
- Provisión de recursos.
- Establecimiento de manuales y procedimientos.
- Sistema de gestión del riesgo y evaluación de amenazas.
- Sistema de respuesta a la emergencia.
- Control y aseguramiento de la calidad.
Este último es un elemento básico para la mejora continua, siendo la cultura de seguridad el elemento que permea todo el sistema. Pero de nada sirve que sólo uno de los actores de la industria aeronáutica incorpore un sistema de gestión de seguridad si el resto no lo hace.
Por ello, y por la necesidad de que todos avancemos y trabajemos en conjunto, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha incorporado la generación de una fuerte cultura de seguridad, como uno de sus objetivos, en el Plan Global de Seguridad de la Aviación (GASeP, por sus siglas en inglés).
Reporte de incidentes
Muchas son las iniciativas y actividades que van en esa dirección. Una de ellas es fomentar la cultura del reporte, siendo esta una de las acciones a nivel global, que se mencionan en el plan de trabajo del GASeP, que deben ser impulsadas.
No hay duda sobre la necesidad de reportar actos de interferencia ilícita. Sin embargo, tal y como el SeMS plantea, hay una gran riqueza en un sistema de reporte que promueva que cada uno de los colaboradores informe de eventos inusuales y circunstancias sospechosas, pero también desviaciones en procedimientos de seguridad en la aviación. Conocer y poder corregir incidentes tan comunes como un acceso descuidado en un cambio de turno puede hacer la diferencia.
Nuestra primera línea de defensa son nuestros colaboradores y guardias de seguridad que se encuentran en la operación. Y la capacidad y la responsabilidad de reportar y comunicar todo tipo de incidentes nos provee de una información invaluable para detectar vulnerabilidades y conocer y comprender sus causas y factores para corregirlas y evitar recurrencias, actuando de forma preventiva. Estos datos permiten calibrar y actualizar los análisis de riesgo y las evaluaciones de amenazas, implementando medidas para que el riesgo residual sea aceptable.
Trabajo en equipo
De esta manera, se logra reducir la normalización del riesgo y evitar caer en la trampa mental de la complacencia: como aún no ha pasado nada, nada va a pasar. En realidad, lo que sucede es que estamos ciegos, porque desde los escritorios de las posiciones directivas y gerenciales no se tiene el pulso de lo que sucede en realidad en la operación.
Por ello, todos los que formamos parte de la industria aeronáutica tenemos la responsabilidad de colaborar y trabajar en equipo. En la seguridad no hay competencia. Esto es especialmente relevante, ya que las amenazas a la seguridad en la aviación cada vez son más diversas, más amplias y menos tradicionales. Incluso se extienden más allá del espacio aeroportuario.
Contar con un sistema de gestión de la seguridad en el marco de una cultura de seguridad robusta nos permitirá mejorar el nivel de seguridad de nuestra industria y así estaremos mejor preparados para lo inesperado.