La evolución de las armas antisatélite (ASAT, por su siglas en inglés) ha ido in crescendo desde los tiempos de la Guerra Fría y en la actualidad suponen una amenaza para la seguridad del espacio y, por ende, las actividades terrestres, marítimas y aéreas. Pero, ¿qué son exactamente? ¿Qué consecuencias tiene su uso? ¿Se puede evitar la proliferación de estas armas?
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Armas antisatélite o ASAT: ¿qué son?
Las armas antisatélite son dispositivos militares concebidos para incapacitar o destruir satélites en órbita. Su función principal es eliminar o degradar las capacidades de comunicación, navegación, reconocimiento y otras funciones críticas que los satélites proporcionan a nivel global. Entre las diferentes armas antisatélite se encuentran:
- Misiles de ascenso directo (DA-ASAT). Se lanzan desde la Tierra o desde un avión para atacar un satélite en órbita. Ejemplo: ASM-135 ASAT de Estados Unidos (EEUU), utilizado con éxito contra el satélite Solwind en 1985.
- Armas coorbitales. Se colocan en una órbita similar a la del satélite objetivo y lo destruyen al aproximarse. Pueden utilizar explosivos, dispositivos de interferencia o colisiones controladas.
- Láseres de alta energía. Diseñados para cegar o dañar los sensores de los satélites sin destruirlos físicamente. China y Rusia han trabajado en ellos.
- Guerra electrónica y ciberataques. Interferencias de señales, hackeos o control remoto de satélites enemigos. Se considera una forma más encubierta de ataque ASAT.
Estas armas antisatélite representan una amenaza para la infraestructura espacial global y han generado preocupaciones sobre la seguridad en el espacio.
ASAT: ¿cuándo empezaron a desarrollarse y cómo han evolucionado?
Como se ha comentado, el desarrollo de armas antisatélite se remonta a la época de la Guerra Fría, poco después del lanzamiento del Sputnik 1 en 1957 por parte de la Unión Soviética (URSS). Desde entonces, se ha ido incrementando el temor ante la ocurrencia de un conflicto armado en el espacio. De manera especial, por la posibilidad de que se utilicen armas nucleares en órbita, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la infraestructura espacial global.
A continuación se detallan algunos de los principales hitos de la historia y evolución de las armas antisatélite desde sus inicios:
1950-1960. Inicio de la era ASAT
- El desarrollo de armas antisatélite comenzó tras el lanzamiento del Sputnik 1 (1957).
- Tanto EEUU como la URSS iniciaron programas ASAT en plena Guerra Fría.
- La URSS probó sistemas coorbitales capaces de interceptar y destruir satélites enemigos.
1970-1980. Avances tecnológicos y primeras pruebas reales
- En 1973, la URSS desplegó los satélites asesinos Istrebitel Sputnikov (IS).
- En 1985, EEUU destruyó el satélite Solwind con un misil ASM-135 ASAT lanzado desde un avión F-15.
2000-2025. Expansión de capacidades ASAT
- En 2007, China destruyó un viejo satélite meteorológico generando miles de fragmentos de basura espacial.
- En 2008, EEUU realizó la operación Burnt Frost para destruir un satélite espía defectuoso.
- En 2019, India probó su misil ASAT Mission Shakti para demostrar capacidad antisatélite.
- En diciembre de 2024, EEUU acusó a Rusia de desarrollar un ASAT nuclear “inquietante”.

¿Qué consecuencias puede tener la destrucción de satélites?
La destrucción de satélites puede tener repercusiones negativas en diversas actividades. Como ha quedado de manifiesto en el artículo ¿Los satélites son infraestructuras críticas?, estos vehículos espaciales son fundamentales para servicios de comunicación, navegación, pronóstico del clima, monitoreo ambiental y operaciones militares. La pérdida de estos servicios podría afectar a la economía global, interrumpir sistemas de transporte, dificultar operaciones militares y comprometer la seguridad nacional de los países afectados.
¿Qué sucede con la basura espacial?
La destrucción de satélites genera una cantidad considerable de basura espacial. Estos fragmentos pueden permanecer en órbita durante años o incluso décadas, representando una amenaza para otros satélites y misiones tripuladas.
La acumulación de desechos aumenta el riesgo de colisiones, lo que podría desencadenar el síndrome de Kessler, un escenario en el que las colisiones generan más escombros, llevando a una reacción en cadena que podría inutilizar ciertas órbitas para futuras misiones.
Además, los fragmentos de basura espacial pueden caer a la Tierra, aunque la mayoría se desintegra al reingresar en la atmósfera. Sin embargo, los restos más grandes podrían sobrevivir y alcanzar la superficie terrestre, representando un riesgo, aunque bajo, para personas e infraestructuras.

¿Cómo se puede evitar la proliferación de ASAT?
Para evitar la proliferación de armas antisatélite es esencial implementar medidas a nivel global, incluyendo acuerdos internacionales que prohíban las pruebas y el despliegue de este tipo de armamento. La adopción de tratados que limiten el uso de armas en el espacio y promuevan la cooperación internacional en la gestión del tráfico espacial es crucial.
Además, el desarrollo de tecnologías para la eliminación de desechos espaciales y el diseño de satélites que minimicen la generación de basura al final de su vida útil son pasos cruciales para mantener un entorno espacial seguro y sostenible.
En noviembre de 2022, un grupo de trabajo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución que insta a los países a prohibir las pruebas destructivas de misiles antisatélite. Aunque no es legalmente vinculante, dicha resolución refleja un mayor apoyo político internacional para prohibir estas armas.
En definitiva, las armas antisatélite representan una amenaza significativa para la seguridad y sostenibilidad del espacio. La comunidad internacional debe trabajar conjuntamente para establecer normativas y acuerdos que limiten su desarrollo y uso, garantizando así la protección de la infraestructura espacial de la cual depende gran parte de nuestra vida cotidiana.
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