Desde el siglo XIV, cuando se establecieron las bases de lo que hoy conocemos como sucursales bancarias, la concentración de grandes cantidades de dinero propició que los maleantes buscaran la manera de hacerse con ellas, de ahí que surgiera la necesidad de contar con medidas de seguridad.
Un esquema de seguridad bancaria se fundamenta en los mismos principios que cualquier sistema de protección: detectar, retrasar y despachar una fuerza de respuesta. Por lo tanto, debemos contar con dispositivos, sistemas, barreras y/o personal que cumpla con dichos principios.
Central de monitoreo
Una central de monitoreo es esencial para una correcta visibilidad de los sistemas de seguridad en sucursales bancarias. La detección nos permite desplegar un sistema de protección y seguridad. Es importante considerar que cuando se tienen pocas sucursales bancarias resulta más efectivo y económico utilizar un servicio externo. Por el contrario, cuando se cuenta con varios inmuebles es conveniente una operación propia considerando los siguiente elementos: un personal de monitoreo y un jefe de sala que tome decisiones en caso de duda. Y, además, profesionales para realizar grabaciones de vídeo que, junto a la autoridad, se utilicen en investigaciones que impliquen revisiones de las mismas, así como un equipo técnico que se asegure de que no existen fallos en un DVR, un sistema de CCTV o un dispositivo de intrusión.
La central de monitoreo tiene como objetivo verificar las alarmas, revisar las cámaras y, en caso necesario, despachar la fuerza de respuesta, que, generalmente, estará en manos de la policía. En algunos casos se podrá considerar un patrullaje privado, armado o no en función de la amenaza.
Asaltos a sucursales
La amenaza más común a la que se enfrentan las sucursales bancarias es el asalto, que suele llevarse a cabo por delincuentes en solitario o asociados con otras personas. Normalmente, se sirven de armas cortas con las que exigen la entrega del dinero. Esta amenaza se consolida en pocos segundos o minutos, dificultando así que la autoridad llegue a tiempo al lugar de los hechos.
En estos casos, el esquema de protección se basa en tener la menor cantidad de dinero disponible, contar con cámaras que identifiquen a los delincuentes y poseer dispositivos que ayuden a que la policía acuda cuanto antes a la oficina bancaria. Otros esquemas de disuasión consisten en disponer de guardias de seguridad armados en la sucursal o en la colocación de cristales blindados para impedir que los asaltantes amenacen a los cajeros. Estas medidas deben ir acompañadas de capacitación y entrenamiento del personal para evitar la entrega de efectivo por miedo.
Los asaltos a sucursales son poco rentables para los delincuentes, ya que su botín no suele ser muy abundante. La comunicación entre bancos es cada vez más efectiva al contar con fotografías de los ladrones. Y debido a las penas que los delincuentes pueden llegar a cumplir, los asaltos son cada vez menos frecuentes.
Intrusión bancaria
La intrusión bancaria impacta en la industria financiera al existir la posibilidad de que los ladrones puedan robar el contenido de una bóveda. Esta amenaza suele llevarse a cabo por la noche o en fines de semana a través de un hueco que permite acceder a la bóveda y abrir la caja fuerte.
En las sucursales es de suma importancia considerar un buen esquema antiintrusión con dispositivos que puedan detectar movimientos en el perímetro y, a través de elementos como cámaras, verificar si se trata de una intrusión para avisar a la autoridad. Los sistemas deben detectar la amenaza en el perímetro con el objetivo de que la fuerza de respuesta pueda llegar antes de que se consume la extracción.
También se producen intrusiones a primera hora de la mañana, cuando los empleados acaban de llegar a la sucursal, o a la noche, cuando ya no hay clientes en la oficina bancaria. Por lo general, se trata de un comando armado que, aprovechando que los trabajadores tienen acceso a las diferentes llaves, claves de alarma y entradas a zonas seguras, logran acceder bajo amenazas a la bóveda o los cajeros automáticos.
Capacitar al personal ante estas situaciones es de vital importancia para que los protocolos de entrada y salida de las oficinas bancarias sean discretos y llevados a cabo de manera segura. El protocolo de seguridad establece que cada llave o clave de alarma debe ser manejada por diferentes empleados para que, en caso de un evento desafortunado, siempre se necesiten, al menos, tres trabajadores para acceder al efectivo. En ese sentido, el apego a los procedimientos de actuación de la central de monitoreo también son muy importantes para detectar esquemas y contactar con las autoridades de manera discreta. La posibilidad de impedir estas amenazas con los protocolos de seguridad ha elevado el grado de dificultad para los asaltantes.
Robo a cuentahabiente
Habitualmente, el robo a cuentahabiente se realiza por un delincuente que, dentro de la oficina bancaria, observa el tipo de operaciones de los clientes. Una vez seleccionada, se comunica con un cómplice para que aborde a la víctima en la vía pública.
La manera de evitarlo es mediante la observación de las personas que se encuentran en la oficina bancaria sin realizar ninguna actividad. Cuando el personal de la sucursal está bien capacitado es posible detectar y abordar al sospechoso para, amablemente, preguntarle qué hace o si necesita alguna ayuda. Con una conducta así se puede evitar un hecho delictivo y llamar a la policía si se cuenta con las fotografías de los integrantes de una banda y alguno de ellos es identificado en una oficina bancaria.
Cajeros automáticos
Los robos a cajeros automáticos permiten sustraer una gran cantidad de dinero sin ser detectados y los delincuentes se enfrentan a un delito de menores consecuencias que un asalto a una sucursal.
Se materializan de dos formas. La primera con un soplete o herramienta de corte, para lo que se requiere conocer el tipo y marca de cajero automático con el fin de determinar el lugar exacto de actuación. Una medida para mitigar esta amenaza es contar con dispositivos de detección de calor, vibración o humo, así como disponer de una bóveda lo suficientemente resistente que ayude a que la autoridad pueda llegar antes de que el ladrón logre abrirla y hacerse con el efectivo. Y otro elemento de protección es el sistema de entintado de billetes.
El segundo modus operandi de robo a cajeros automáticos es el jaleo mediante un cable de acero o impactarlos con una camioneta para desprenderlos. Y ello se evita utilizando un buen anclaje. Al respecto, es necesario que el mismo tenga, al menos, cinco puntos de sujeción y un tornillo de tipo espárrago lo suficientemente largo para penetrar una losa de concreto que impida el impacto o que el jalado pueda desprender el cajero automático. Y también es importante considerar los elementos químicos de pegamento que puedan hacer un anclaje sólido cuyo arranque provoque la salida del denominado cono de extracción.
Los casos de amenazas como el hackeo de cajeros automáticos para extraer efectivo se previenen verificando, junto al proveedor del dispositivo, las vulnerabilidades a las que el modelo en cuestión está sujeto y, a través de expertos en seguridad informática, determinar las contramedidas.
Proteger el efectivo es una labor difícil que tiene fecha de caducidad, ya que, cada vez más, está siendo sustituido por dinero electrónico. Pero en México aún tardará algunos años, por lo que la inversión en seguridad física seguirá siendo muy importante para garantizar la operatividad de las sucursales bancarias.