Mucho hemos hablado de las instalaciones estratégicas y las infraestructuras críticas. También hemos enfatizado que falta una ley que le dé certidumbre a este rubro tan importante para el desarrollo nacional. Asimismo, mucho hemos mencionado el alto nivel de riesgo, reconocido por el propio Gobierno, que caracteriza a dichas instalaciones. Y hemos reiterado la falta de una definición, un catálogo actualizado e incluso un mando y una estrategia nacionales para disminuir, de alguna manera, el riesgo constante y creciente en el que se encuentran este tipo de emplazamientos o instalaciones.
Un país violento
En 2019, el Estudio Global de Homicidios publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) calificó a México como el duodécimo país más violento del mundo. El informe hablaba de una lamentable y preocupante tasa de 24,8 homicidios por cada 100.000 habitantes. Mayor incluso que la de Afganistán y otros países donde existe evidencia de conflictos bélicos y terrorismo.
Esta situación resulta alarmante, pues no podemos descartar, como una posible evolución del fenómeno de la delincuencia organizada y común, que aumenten los ataques directos o agravios a instalaciones estratégicas que puedan socavar la estabilidad de alguna región o, incluso, del país.
Derivado de lo anterior, es desconcertante recorrer el país y ver en sus carreteras, poblados y ciudades múltiples instalaciones estratégicas, que soportan las redes de servicios esenciales, muy abandonadas en términos de seguridad. Es decir, instalaciones trascendentes para la generación, transmisión o distribución de gas, gasolina, electricidad, agua, dinero, señales telefónicas, radio, televisión…, así como todas aquellas que permiten la movilidad de las personas y mercancías con sistemas de seguridad obsoletos o, quizá, de uso residencial.
Protección de instalaciones
Hasta hace algunos años, la seguridad no era considerada en México una actividad relevante para las organizaciones propietarias u operadoras de infraestructuras críticas. De hecho, son pocas las organizaciones que toman en serio la seguridad y cuentan en su alta dirección con un departamento de nivel, responsable de la protección física o de la protección de instalaciones.
La protección de las instalaciones estratégicas es una rama de la seguridad que se encarga del diseño, puesta en operación y gestión de sistemas de seguridad para la protección de todo tipo de inmuebles. Nos referimos al uso y aplicación, a través de la planeación estratégica, de medidas físicas, tecnológicas y humanas para salvaguardar al personal, la información y todo tipo de activos (tangibles e intangibles) de amenazas como el robo, el vandalismo, la violencia, el contrabando, el espionaje, el sabotaje, las intrusiones, la toma de instalaciones, etc.
El artículo completo puede leerse en el número 15 de Segurilatam (disponible en nuestra sección Kiosko Pro).
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