Según la encuesta de percepción de riesgos globales de 2024, publicada por el Foro Económico Mundial, la desinformación y la mala información representan uno de los principales riesgos a nivel global. Y el más grave de todos para los dos próximos años.
En este sentido, la organización independiente internacional advierte sobre un asunto preocupante: la creciente influencia de la información falsa en la opinión pública y su capacidad para socavar la confianza en los hechos y las autoridades. En el caso del continente americano, Estados Unidos y México, sexto y undécimo, respectivamente, son algunos de los países con mayor riesgo de verse afectados por las consecuencias de la desinformación.
¿Qué es la desinformación?
Pero, ¿qué es la desinformación exactamente? Al respecto, el Diccionario de la Real Academia Española define el término como:
- Acción y efecto de desinformar.
- Falta de información, ignorancia.
Por su parte, los expertos consultados por Segurilatam brindan una definición más amplia sobre dicho riesgo:
- La desinformación se refiere a la difusión deliberada de información falsa con el propósito de manipular, influir en la opinión pública o lograr ventajas estratégicas.
- Y dicha práctica puede adoptar distintas formas: desde noticias falsas (fake news) y teorías de la conspiración hasta manipulación de imágenes (deepfakes) y descontextualización de hechos.
En cuanto a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que «no existe una definición universalmente aceptada de desinformación». Y añade que «ninguna definición puede ser suficiente por sí sola dados los múltiples y diferentes contextos en los que puede surgir la preocupación por ella, incluso en relación con cuestiones tan diversas como los procesos electorales, la salud pública, los conflictos armados o el cambio climático”.
¿Cómo se difunde la desinformación?
En lo referente a cómo se difunde la desinformación, la ONU observa que puede ser propagada por Estados o agentes no estatales. Y afecta a un amplio abanico de derechos humanos, socavando las respuestas a las políticas públicas o amplificando las tensiones en tiempos de emergencia o conflicto armado. Respecto a su forma de difusión:
- Se propaga de diversas formas; de manera especial, a través de las plataformas digitales y las redes sociales.
- Bots automatizados, perfiles falsos y algoritmos diseñados para amplificar contenido falso contribuyen a la rápida difusión de información con fines maliciosos.
- Igualmente, la falta de verificación y la viralidad en línea amplifican su impacto.
¿Qué consecuencias tiene para los ciudadanos?
Como ya se ha comentado, la propagación de información falsa puede tener consecuencias sociales, políticas y económicas devastadoras. Entre ellas:
- Influir en decisiones electorales.
- Provocar pánico en situaciones de crisis.
- Dañar la confianza pública.
- Dividir comunidades.
- Socavar la democracia.
Y no sólo eso: la manipulación de la información es capaz de contribuir a la polarización y radicalización de la sociedad.
La desinformación, una amenaza para la seguridad
Del mismo modo, la desinformación representa una gran amenaza para la seguridad. Ello es así porque es utilizada como una herramienta estratégica para desestabilizar naciones, debilitar instituciones y fomentar la discordia entre países.
Y los actores maliciosos se sirven de ella para crear situaciones de caos, afectar a la toma de decisiones políticas y, en última instancia, amenazar a la seguridad nacional e internacional.
10 consejos para prevenir ser víctimas de la desinformación
Por todo lo expuesto, es esencial poner en práctica los siguientes consejos para evitar ser víctimas de la desinformación y no contribuir a propagarla:
- Consultar varias fuentes. Al conocer una información se deben consultar fuentes de confianza para tener una idea más completa y precisa. La verificación de hechos es un asunto crucial.
- Desarrollar pensamiento crítico. Lo anterior también será de gran ayuda para analizar una información de manera más objetiva y determinar si lo publicado es verdadero o falso.
- Usar el sentido común. Además, consultar varias fuentes es primordial antes de compartir una información. Si no fuese auténtica, se desinformaría a otras personas.
- Comprobar la fecha de publicación. Hay que asegurarse de que la información recibida es relevante en el momento en que se está consultando.
- Identificar patrones comunes. Los titulares sensacionalistas o inverosímiles suelen utilizarse para desinformar.
- Comprender el contexto. Contextualizar la información es clave para evitar malentendidos y tergiversaciones.
- No dejarse arrastrar por la emoción. A menudo, quienes pretenden desinformar buscan generar respuestas emocionales. Por ello, hay que mantener la calma y, como se ha comentado anteriormente, analizar la información recibida de manera objetiva.
- Reportar la desinformación. Si se identifica información que no es veraz, es aconsejable ponerlo en conocimiento de la plataforma o medio que la haya difundido para contribuir a frenar su difusión.
- Fomentar el diálogo constructivo. En Internet tienen que promoverse discusiones basadas en hechos y evidencias.
- Participar en educación digital. Por último, los expertos recomiendan adquirir nociones sobre alfabetización mediática e informacional. Y compartir ese conocimiento con otras personas con el objetivo de construir una sociedad más informada.
Conclusión
En un mundo saturado de información, la desinformación representa un desafío significativo y un riesgo global. Por dicho motivo, comprender sus dimensiones e impacto, y saber cómo prevenirla, es indispensable para preservar la verdad, la integridad y la seguridad.
En este sentido, adoptar prácticas informadas y responsables es determinante para construir una sociedad más blindada ante la manipulación. Y también de cara a fortalecer los cimientos de una comunicación veraz.
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