Aunque ya se practicaba con anterioridad, la telemedicina hubo de usarse masivamente durante la época de confinamiento de la pandemia de COVID-19. Pero, ¿cuáles son sus orígenes? ¿En qué consiste exactamente y qué ventajas aporta? Y no menos relevante: ¿entraña riesgos cibernéticos y de privacidad?
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¿Qué es la telemedicina?
En cuanto a qué es la telemedicina, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como la “prestación de servicios de salud, a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), por parte de profesionales sanitarios”.
A su vez, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos (EEUU) consideran que se trata del “uso de información electrónica y tecnología de telecomunicación para recibir atención médica. Para ello, todo lo que necesita un paciente es un celular o un dispositivo conectado a Internet”.
En definitiva, es un acto médico remoto para diagnosticar, tratar o prevenir enfermedades. Y aunque se suele relacionar con consultas entre médicos y pacientes, lo cierto es que también se practica entre profesionales de la salud.
Algo que es posible gracias al uso de dispositivos y tecnologías específicos, así como al empleo de canales de comunicación electrónica que abarcan desde las tradicionales llamadas telefónicas hasta las videoconferencias.
¿Cuántos tipos de medicina a distancia existen?
Actualmente, en lo relativo a la relación entre médicos y pacientes, se consideran dos tipos de telemedicina:
- Consultas médicas interactivas. En ocasiones no es posible o necesario acudir a la consulta médica. Basta una llamada telefónica o una videoconferencia para exponer al médico qué nos sucede. En función de nuestra exposición, el facultativo procederá a diagnosticar y, si así lo considera, recetar algún fármaco o tratamiento.
- Monitorización de pacientes. Esta clase de medicina a distancia posibilita controlar a pacientes con enfermedades crónicas que se encuentren en su domicilio. Para ello, se emplean dispositivos que facilitan conocer la presión arterial, los niveles de azúcar u otros signos vitales.
Y como una actividad más reservada a los profesionales de la salud, las TIC también permiten tomar datos clínicos y enviarlos a un especialista para obtener un diagnóstico.
¿Cuándo comenzó a practicarse?
En lo referente a cuándo empezó a practicarse la telemedicina, sus orígenes se remontan al siglo XIX con la aparición del telégrafo. Inicialmente, el sistema de comunicación mediante mensajes codificados se empleó para solicitar suministros médicos y personal sanitario.
Ya en el siglo XX, el teléfono ganó enteros como medio de comunicación entre médicos, boticarios y pacientes. Buena muestra de ello es que, en el año 1964, en EEUU se impulsó la creación de un sistema de teleconsultas y teleformación que se servía de las comunicaciones telefónicas.
Además, los primeros programas de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) contribuyeron al crecimiento de la medicina a distancia, pues era necesario monitorear la salud de los astronautas que realizaban misiones espaciales.
Con posterioridad, la popularización de Internet ha sido de gran ayuda para implementar la telemedicina. De ahí que sea de vital importancia que la Red llegue a zonas remotas sin conexión. Para lograrlo, se están llevando a cabo interesantes proyectos de Internet satelital.
¿Qué ventajas aporta la telemedicina?
Según los CDC estadounidenses, la medicina a distancia aporta los siguientes beneficios:
- Posibilita hablar con un médico por teléfono o videollamada en tiempo real.
- De igual manera, facilita enviar mensajes a un médico, y recibirlos, a través de servicios de mensajería instantánea o correo electrónico.
- Permite monitorear pacientes de forma remota.
- Reduce el tiempo de espera para recibir asistencia médica.
- Ayuda a descongestionar los centros médicos.
- Ahorra tiempo y gastos de transporte.
Del mismo modo, evita el traslado de personas mayores a los centros de salud. Y reduce la exposición a enfermedades como la COVID-19.
Por el contrario, ¿qué riesgos entraña?
A pesar de sus numerosas ventajas, la telemedicina también entraña una serie de peligros en materia de seguridad cibernética y privacidad. Entre ellos, los expertos destacan los siguientes riesgos:
- Existencia de aplicaciones falsas que son aprovechadas para propagar malware de cara a obtener información personal y financiera de los usuarios.
- Recopilación de datos, a través de las apps de telesalud o los dispositivos conectados, que luego pueden ser vendidos a terceros, robados o filtrados si el proveedor de la aplicación o el fabricante del dispositivo sufre un incidente de seguridad.
- Uso de contraseñas débiles en las aplicaciones web.
- Vulnerabilidad del software, algo que puede ser aprovechado por la ciberdelincuencia para hacerse con información de los pacientes y cometer fraudes.
¿Cómo usar la medicina a distancia con seguridad?
Para hacer un uso seguro de la medicina a distancia y no ver comprometidos nuestros datos, es aconsejable poner en práctica estas recomendaciones:
- Mantener actualizados los dispositivos conectados a Internet, así como las plataformas de videoconferencia y las aplicaciones de telemedicina.
- Descargar programas y apps de sitios oficiales.
- Comprobar que las plataformas y aplicaciones utilizadas están cifradas de extremo a extremo. Y averiguar cómo procesan y protegen la información confidencial.
- Utilizar contraseñas seguras, gestores de contraseñas y, siempre que sea posible, autenticación multifactor.
- Evitar conectarse a redes wifi abiertas o con dispositivos compartidos.
- Instalar software de seguridad en todos los dispositivos conectados a Internet (computadoras, celulares y tabletas).
- No concertar citas médicas ni compartir información personal con proveedores o contactos desconocidos.
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