¿Qué opinión le merecen los proyectos de implantación de chips cerebrales que llevan a cabo empresas como Synchron o Neuralink?
El cambio de paradigma en el uso de las nuevas tecnologías siempre es controvertido. Debemos mirar la evolución que nos lleva a la llamada cuarta revolución industrial que hemos vivido en la última década a nivel mundial. La combinación de altas velocidades de conexión, el Big Data, el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y la inteligencia artificial (IA) tiene como resultado, entre otros desarrollos, estos chips que prometen un avance en la prevención, identificación y corrección de patologías a nivel de neuronas cerebrales.
Sin duda, el discurso de mercadotecnia es interesante basándonos en la publicación del sitio web de Synchron. Esta empresa afirma haber desarrollado una interfaz de computadora cerebral endovascular que puede acceder a todos los rincones del cerebro utilizando sus vías naturales: los vasos sanguíneos. Y asegura que su innovadora plataforma abre una nueva frontera para el tratamiento de enfermedades neurológicas. De igual manera, señala que su tecnología transformará tres verticales médicas: la neuroprótesis, la neuromodulación y el neurodiagnóstico.
Podemos imaginar un mundo casi perfecto donde se puedan tratar enfermedades que, hasta el momento, son controladas, algunas de ellas, con medicamentos. Pero no erradicas o, peor aún, no previstas antes de su aparición. Con los chips en el cerebro parece que se busca un bien común. Un avance que se asemeja a un mundo de ciencia ficción que hemos visto en películas y donde la realidad está rebasando esa ficción de varias décadas atrás.
Pero, ¿de verdad se busca un bien para la humanidad? ¿Las intenciones se limitan al tratamiento de estas enfermedades? ¿O es que acaso las declaraciones de Elon Musk, impulsor de Neuralink, acerca de este proyecto debemos pasarlas inadvertidas?
Elon Musk no solo busca prevenir y tratar enfermedades a nivel neuronal. También buscar tener interconectado el cerebro a Internet, estar transmitiendo todos los datos a potentes bases de datos que logren, por medio de IA, identificar comportamientos y pensamientos con el objetivo no lejano de contar con un respaldo de todo lo que nuestro cerebro hace.
Hoy vivimos una conexión a Internet y al Big Data con infinidad de equipos IoT, sensores en equipos móviles, smartwatches o asistentes virtuales que escuchan todo… Pero siempre hay una forma de desconectarnos de ellos. Sin embargo, con los chips cerebrales no tendremos oportunidad de ocultar nada.
Es cierto que apenas conocemos una ínfima parte del potencial y la capacidad del cerebro. Pero, sin duda, este proyecto será el inicio del conocimiento en profundidad de lo que guardamos en él. O quizás sea la manera no solamente de tener acceso a la información que producimos, sino de recibir información para pensar o actuar de acuerdo a los intereses de estas marcas que podrían estar apostando e invirtiendo miles de millones de dólares para controlar el cerebro. ¡Nuestro cerebro!
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Desde el punto de vista de la ciberseguridad, ¿qué desafíos plantean los chips cerebrales? ¿Pueden suponer una ventana para los cibercriminales y, por lo tanto, un riesgo incluso para la salud del paciente?
Desde nuestro punto de vista, la ciberseguridad es una práctica que debe ser un eje transversal en el uso de todos los componentes conectados a una red. Y, sobre todo, a la red mundial de Internet.
Estas conexiones suponen un riesgo desde su nacimiento. Sabemos que el protocolo de comunicación en el que se basan fue creado para su uso como un medio de comunicación, para compartir datos. Pero no fue concebido y planeado desde el punto de vista de la seguridad y de origen no se prevé. En este sentido, la adopción de las tecnologías y la interconexión requiere contar con capas de seguridad que se han tenido que poner en marcha para garantizar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de los datos que se transmiten por estas redes.
Todos los días vemos infinidad de casos de ataques a casi cualquier tecnología. ¡Ninguna se salva! El robo de datos y el secuestro de estos por ransomware son temas que, desafortunadamente, se vuelven cotidianos. Y se requiere una curva bastante prolongada para su entendimiento y la respectiva aplicación de buenas prácticas para su prevención.
En este contexto, la adopción e implantación de chips cerebrales no supondrían un riesgo mayor siempre y cuando no estuvieran conectados a ninguna red. Pero el objetivo que se busca es que se encuentren conectados las 24 horas del día por tiempo indefinido. Por ello, prevemos un riesgo enorme: seguramente, este tipo de componentes será objeto de diversos ciberataques.
En 2016, un ataque DDoS a DynDNS, por un gran número de dispositivos IoT, tuvo como consecuencia la denegación de servicio para la resolución de dominios, afectando a un gran número de empresas a nivel mundial. El motivo fue la falla en la seguridad de los componentes IoT conectados a Internet.
Desde 2016, la tecnología interconectada ha avanzado de manera importante. Actualmente, la conexión de chips cerebrales, sin duda, es un tema que nos debe hacer permanecer atentos a los expertos en seguridad. De esta forma, podremos prever lo que podría representar un alto riesgo a nivel mundial con mucho mayor efecto, inclusive, que una pandemia.
¿Considera que la implantación de chips cerebrales debería regularse mediante una normativa específica?
Definitivamente, sí. En la actualidad, vemos las limitaciones pero también los esfuerzos que realizan los estados para contar con un plan o estrategia de ciberseguridad que atienda el álgido escenario de la ciberdelincuencia desde cada trinchera a nivel país.
Se vuelve urgente desarrollar algo que regule esta nueva iniciativa de interconexión. Y no solamente desde el punto de vista tecnológico y de ciberseguridad. Esto debe involucrar a diversos expertos en campos como el de la salud pública, las leyes y la política. Y, por supuesto, considerar las estrategias de seguridad nacional. No es una exageración. Estamos hablando de tener conectados los cerebros de millones de humanos a lo largo y ancho de todo el mundo. Y eso es realmente un asunto muy serio.