Segurilatam 014
86 Segundo cuatrimestre 2020 entrevista Asociaciones poder garantizar que esas nuevas ac- tividades se puedan llevar realmente a cabo. Y que tengan un rápido y sufi- ciente apoyo regulatorio, fiscal y eco- nómico por parte de las autoridades públicas, en especial por las dificulta- des de todo tipo que van a atravesar a corto y medio plazo y, a la vez, su nece- saria pervivencia, porque esta amenaza, en sus múltiples versiones, lamentable- mente ha venido para quedarse. Si estas consideraciones tienen la de- bida prioridad, las empresas de seguri- dad podrían paliar el fuerte impacto en la disminución de la demanda de sus servicios tradicionales por parte de los sectores más afectados por esta pan- demia. Disminución que seguirá expe- rimentándose en otras actividades en las que, aunque menos afectadas o con mayores recursos, la autorización para su plena reactivación deba todavía es- perar varios meses. Pero será una aportación relevante no solo para combatir el deterioro de sus cuentas de resultados, todavía no recuperadas desde la anterior crisis de 2008, y el derivado impacto en el ni- vel y calidad del empleo, sino también para el conjunto de la sociedad dado el papel esencial de la seguridad privada, que se ha visto claramente visibilizado y reforzado en esta crisis y que puede y debería incluso reforzarse en la fase de vuelta a la nueva normalidad. prestados en aeropuertos, estacio- nes de ferrocarril, centros comercia- les, eventos culturales, deportivos o de ocio… Dicho escenario, con matices, puede mantenerse en el medio plazo en la fase de paulatina vuelta a la nor- malidad, aunque está por determinar qué vamos a entender en un futuro por normalidad. De esta pandemia hemos aprendido que, al margen de las consideraciones meramente sanitarias, un enfoque inte- gral exige una revisión prioritaria de to- dos los aspectos vinculados a la segu- ridad: los habituales y los que hemos descubierto que podrían ser necesarios a futuro. Y que las políticas restrictivas aplicadas a sectores como la sanidad o la seguridad privada al final pasan fac- tura y lo muy barato acaba siendo exce- sivamente caro. Estamos ante nuevas amenazas cuya relevancia y peligrosidad se han hecho patentes. Y que van a necesitar nuevos tratamientos por parte de empresas de seguridad que cuenten con personal debidamente habilitado y formado para acometer estas nuevas funciones pre- ventivas. Actividades que, sin duda al- guna, va a demandar la ciudadanía, por- que ahora sabe que, a veces, le va la vida en ello. La consideración del esfuerzo adicio- nal que va a imponerse a las empresas de seguridad debe llevar aparejado el También afectaría a millones de pen- sionistas, muchos de los cuales no vi- ven acompañados y que, de forma muy mayoritaria, están acostumbra- dos a realizar sus pagos y operaciones comerciales con dinero físico. Y la des- aparición del efectivo dificultaría o im- pediría que la población más joven pu- diese realizar cualquier tipo de compra en su día a día al no tener acceso a las tarjetas bancarias. Igualmente, la falta de efectivo inci- diría de forma directa en la competiti- vidad de los pequeños comercios, que, en una situación ya de por sí especial- mente crítica, se verían obligados a rea- lizar inversiones adicionales en plata- formas de pago. El comercio de proxi- midad podría perder un importante volumen de clientes en favor de las grandes superficies comerciales, en es- pecial aquellos de reparto, que estarían obligados a implementar el pago online como único medio permitido. Tampoco podemos olvidar que la au- sencia de dinero en efectivo condicio- naría la libertad de los ciudadanos que, legítimamente, no quieren asumir los costes adicionales que implica tener y mantener una tarjeta bancaria, de quie- nes atribuyen una especial relevancia a su privacidad o de aquellos que contro- lan de forma más eficiente su economía familiar mediante el uso del efectivo. Eli- minarlo supondría más coste y menos control del gasto para las familias, más monitorización de su vida y tener más deudas con los bancos. Y, por último, significaría optar por la eliminación del único medio de pago público y acelerar la completa privatiza- ción de este ámbito de actividad. -¿Cómo debe ser, a juicio de Aproser, el papel de la seguridad privada en la vuelta a la normalidad? Es complicado hacer una previsión de cómo evolucionará la demanda en los próximos meses. Ha habido un incre- mento puntual en servicios esencia- les y de abastecimiento de la pobla- ción como hospitales o supermerca- dos. Pero la misma no ha compensado la importante reducción de servicios Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como entidades financieras y de seguridad privada son concluyentes: no debe asociarse el manejo de dinero en efectivo con los contagios por coronavirus, advierten desde Aproser.
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