Segurilatam 021

entrevista Privacidad extremadamente importante para tratar enfermedades o deficiencias neuroló- gicas. Y no podemos privar a la huma- nidad de avances que puedan mejorar sustancialmente la vida de gran parte de su población. Dicho esto, es sumamente importante empezar a discutir los alcances, los con- flictos éticos y morales y los riesgos que cada paso de este desarrollo tecnológi- co lleve aparejado. Desde el punto de vista de la privaci- dad, ¿qué desafíos plantean los chips cerebrales? Esto dependerá de la información que puedan generar, recolectar y transmitir. Estos dispositivos deberían ser desa- rrollados con un enfoque de privacidad desde el diseño. En principio, nada que surja de nuestro intelecto debería ser accedido por las empresas que desa- rrollen y mantengan esta tecnología. No podemos crear una puerta de acceso a nuestro último refugio aceptando una política de privacidad. Hay límites que no debemos cruzar como sociedad para que los riesgos del desarrollo tecnológi- co se puedan controlar y no afecten a nuestra esencia humana. Con los chips cerebrales también en- contraremos paradigmas con los que tendremos que lidiar. Como, por ejem- plo, el potencial para comunicarse de personas que sufran enfermedades pa- ralizantes o degenerativas. En algunos casos, el beneficio de este tipo de tec- nologías será mayor que el riesgo perci- bido. Y entiendo que podría justificar su implantación. Pero transformar estos chips que se implantan en el cerebro en la próxima evolución de nuestros teléfonos inteli- gentes, al famosísimo estilo Matrix, creo que pone en riesgo lo más sagrado que tenemos. Si lo que pensamos se trans- formase automáticamente en datos en un servidor, poco se tardaría en intentar evitar que pensásemos en temas polé- micos, políticos o no alineados con los poderes de turno. Incluso en asuntos que nos generen vergüenza. ¿Seguiría- mos siendo nosotros mismos? Más cercanos a nuestra realidad, no es novedad que muchos gobiernos mantienen programas de vigilancia para evitar ataques terroristas o amenazas contra la seguridad nacional. Imagínen- se qué tentación para un gobierno cono- cer qué pensaron, escucharon y dijeron determinadas personas que pudieron haber estado en contacto con un sospe- choso, quien, supondremos, no cuenta con el chip implementado para resguar- dar su privacidad. Esas tentaciones podrían expandirse hasta querer conocer los planes de los opositores o incluso entender el incons- ciente colectivo en cada momento, lo cual puede dar lugar a la herramienta política más efectiva jamás desarrolla- da. La cantidad de riesgos realmente re- levantes para la civilización solo tienen como límite la creatividad. Se podrían escribir miles de libros o guiones para películas de ciencia ficción más atrapan- tes y dramáticas. Simplemente por eso, los chips en el cerebro son una tecnolo- gía que debemos ver con suma cautela y restringir a casos sumamente limitados. En materia de privacidad, ¿considera que la implantación de chips cerebra- les debería regularse? La única manera de frenar el desarrollo y la diseminación descontrolados de este tipo de tecnologías es con una regula- ción clara y estandarizada. En mi opi- nión, la implantación de chips en el ce- rebro únicamente debería utilizarse para tratar patologías o casos excepcionales mediante prescripción médica y con los más altos estándares de seguridad y confidencialidad. Nada de esto puede alcanzar al ocio, las redes sociales, los juegos en línea u otra finalidad que no pueda resolverse a través de técnicas menos invasivas. El problema que existe con estas tec- nologías es que no alcanza con regu- laciones locales. Sería importante que organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Comité Europeo de Protección de Datos (CEPD), por poner unos ejemplos, así como la sociedad civil y la academia, pudieran expresarse sobre este tipo de dispositivos en foros especializados. La regulación de los chips en el ce- rebro podría hacerse por medio de la inclusión de los datos mentales en las categorías de datos sensibles o espe- cialmente protegidos. O bien en aparta- dos específicos que regulen los casos en los que su implantación estaría permiti- da y bajo qué condiciones. En cualquier caso, aun con estas in- corporaciones a las normas ya vigen- tes, bajo mi punto de vista ameritaría crear normativas específicas dada su complejidad. “Las regulaciones locales no son suficientes. Dada su complejidad, la implantación de chips cerebrales requiere normas específicas” Primer cuatrimestre 2022 / 99

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