Con la proliferación de drones personales y profesionales en los últimos años, el mayor temor de las autoridades ha sido el riesgo de un incidente –abordaje en términos aeronáuticos– que pueda tener consecuencias fatales. Ante ello, las autoridades aeronáuticas están de acuerdo imponiendo una zona de exclusión para vuelo de drones en un radio de entre cinco y nueve kilómetros de aeropuertos y aeródromos. Es decir, ¡no debería haber drones en aeropuertos o cerca de ellos!
Objetivos variados
Recientemente, la experiencia empieza mostrar escenarios donde un espacio aéreo que integra tripulados y no tripulados con variados objetivos trae amplios beneficios. Vamos a explorar tres conceptos donde esta integración es a la vez una nueva oportunidad de negocio en el sector.
Esa oportunidad como conjunto cobra su mayor relevancia dentro de un ambiente IoT que integre con otras soluciones a través de un centro de comando y control y permita interacciones variadas. El punto es agregar información para complementar y ampliar la existente: por ejemplo, un VMS, un PCIM, un sistema SCADA, un BMS o el control de tráfico aéreo.
Los drones han evolucionado de dispositivos asociados a un operador a componentes de un ecosistema de datos IoT que multiplica sus aplicaciones. Las nuevas aplicaciones para drones en aeropuertos hacen que se conviertan en parte de un escenario IoT coordinado y semiautónomo. Ya mecanismos como LAANC, de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) de EEUU, permiten el tipo de autorización inmediata para realizar trabajos específicos en aeropuertos y sus precios. Veamos qué permite esta interacción.
Respuesta inmediata y disponibilidad permanente
La respuesta inmediata y la disponibilidad permanente son dos características deseables en seguridad. Pero también en inspección de infraestructura, seguimiento de obra y eventos e incluso verificación de estado de equipos aeronáuticos. En este escenario, la aplicación de bases de despliegue remoto de UAV es una nueva tecnología que mucho puede aportar.
Las bases de despliegue remoto (drone-in-a-box, docking station) permiten desplegar drones disponibles 24/7, y controlados desde un centro de control, para atender alarmas o novedades de cualquier otro sistema del aeropuerto, como una intrusión de perímetro, sin esperar al desplazamiento del personal más cercano. En funciones regulares esto posibilita verificar zonas aledañas, vegetación, estado de las pistas de rodaje, etc., bajo la coordinación de controladores de tráfico, tierra y plataforma.
Aunque existe un debate sobre los efectos de drones 5G en los sistemas de lectura de altitud de algunos modelos de aviones, su valor, desde el punto de vista de conectividad, es tan alto que, eventualmente, serán parte del ecosistema, sin duda.
Contramedidas para drones en aeropuertos no autorizados
Otro uso es el de contramedidas para drones en aeropuertos no autorizados. Ahora hay disponibles una gran variedad de drones cuyos pesos empiezan en solo unos gramos y que tienen aplicaciones en sectores como seguridad, agricultura, medio ambiente, inspección de infraestructura, minería, etc. Pero cerca de un aeropuerto son un riesgo, sobe todo operados por recreativos.
Mantener el área del aeropuerto, más sus patrones de aproximación, libre de tráfico de drones es un desafío que compromete de manera directa la seguridad de pasajeros. Aquí se involucran tres etapas:
- Detección, que puede ser activa o pasiva.
- Identificación.
- Y, finalmente, interdicción, dado el caso de confirmarse como amenaza.
El principio básico es generar zonas de negación donde la herramienta principal sean los radares especializados. Primero, porque tienen que asegurar que no interfieren las señales de ninguno de los sistemas del aeropuerto. Y después, porque deben tener la capacidad de detectar una firma de radar muy pequeña, discernir de aves y otros fenómenos y predecir los patrones de ruta para determinar si son una amenaza (usualmente, integrando con el sistema de vídeo).
Una vez definida la amenaza, son varios los cursos de acción. A considerar son los inhibidores manuales que, bloqueando señales, obligan al dron a aterrizar, y el sistema mecánico de intercepción basado en red. Este último es de alto valor para los casos donde es necesario disponer del intruso lejos de una zona peligrosa (por ejemplo, el área de tanques de combustible).
Integración y control
Este concepto abre las puertas para considerar los drones desde una perspectiva IoT. Tomando como parámetros la inclusión de un dispositivo inteligente y el vuelo de baja altura se estaría accediendo a un porcentaje muy alto del total de drones activos. Sólo se excluirían los de especialidad –que se manejan por normas como el Part 33 de la FAA– y los militares.
Ahora, en el espacio de baja altura está la cobertura de las redes móviles. Estas serán el medio principal para los despliegues de UTM o control de tráfico aéreo para aeronaves no tripuladas y de baja altura, necesario para generar una completa conciencia situacional en un espacio aéreo concurrido. El Remote ID, entre otros, permitirá un espacio aéreo ordenado y controlado para seguridad de todos.
Asimismo, se puede tener una aplicación que lleve la cuenta del uso de baterías o del tiempo de vuelo e incluso verificar si es un espacio aéreo abierto, segregado o restringido. Esta información es básica para la planeación y el control de operaciones comerciales y recreativas.
En este escenario, el dron puede considerarse un elemento remoto de recolección de datos que está conectado a una red. Y aunque no esté activo de forma permanente, puede considerarse IoT. Y para un Carrier aparecen oportunidades de conectividad y almacenamiento, con planes de datos a la medida y servicios de nube.
Otras ventajas de operar drones en ambientes 4G/5G es la posibilidad de enlazar directamente a Internet para llevar la información a varios puntos de destino; como, por ejemplo, en el caso de atención a desastres –a defensa civil, policía y otros–. Y la posibilidad de controlar en simultáneo varios drones o una flota, de forma tal que sea visible para todos los operadores la presencia y evolución del vuelo de los demás presentes en la zona. Estas dos ventajas posibilitan compartir de manera amplia o selectiva esta información, relevante para un controlador de tráfico aéreo. Y, de esa manera, garantizar la seguridad para aeronaves tripuladas. Es el principio básico para un espacio aéreo integrado.
En el caso particular del sector de la vigilancia y seguridad privada, esta integración debe incluir, de manera especial, las aplicaciones de control de operaciones, las de supervisión de guardias o rondas, las de control de acceso y, muy especialmente, las de vídeo.
Esto necesita consideración a los recursos de ancho de banda, de procesamiento de datos, de almacenamiento y de análisis posterior para convertir un gran flujo de datos de ingesta en productos útiles y valorados por los clientes.
Espacio aéreo
Encabezadas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), el reto para las autoridades aeronáuticas ha sido enorme de cara a integrar tripulados y no tripulados en un solo espacio aéreo seguro. Y la principal dificultad radica en que los drones abren el acceso al espacio aéreo a personas sin formación aeronáutica.
Hasta ahora, ese mundo ha sido excluyente y misterioso, donde solo pilotos, controladores y otros se entendían en su idioma particular. La respuesta ha sido entrenar a los operadores de drones. Pero aún queda un problema: ¡la capacitación aeronáutica básica para operadores no profesionales!