Los albores de la cuarta revolución industrial requieren nuevas formas de interactuar. No solo en el ciberespacio, sino también en cada círculo de interrelación del ser humano. Esto incluye los ámbitos de ciberseguridad, gestión de riesgos y salvaguarda de nuestros activos y bienes más preciados.
Esa protección, en la infinitud que traduce la hiperconexión de las sociedades actuales y las exigencias de conectividad de esta nueva revolución tecnológica, requiere nuevas formas de hacer, nuevas formas de producir más con los mismos recursos, nuevas formas de escalar nuestra vida habitual hacia la inclusión desafiante de organismos biocibernéticos.
Innovación social
Tales desafíos se traducen en innovación desde la complejidad de la interacción de un ciberciudadano. Es decir, desde el ámbito global de una sociedad en permanente cambio hacia la mejora especifica en la solución de un problema. Diversas metodologías reconocen este enfoque como innovación social y ponen en ella amplias esperanzas frente a las dinámicas líquidas de la inseguridad y el rol de las corporaciones en un mundo cada vez más expuesto a amenazas informáticas.
De esta manera, la innovación social se presenta no solo como una alternativa, sino como una herramienta versátil que puede extrapolar las necesidades elementales del individuo hacia las mejoras diferenciales que requieren las organizaciones en esta antesala a la cuarta revolución industrial.
La pregunta ahora sería indagar el cómo, buscar referencias del método que permitan tomar ventaja de este momento preliminar valioso, combinar la comprensión de la sociedad tradicional y afrontar los retos y beneficios de la innovación.
Una respuesta inmediata nos llevaría a sugerir capacitación y entrenamiento permanente para lograr incorporar la innovación social a los escenarios de la seguridad, incluyendo la contención y prevención del cibercrimen. Pero un aporte con valor agregado se presenta cuando se comparten lecciones aprendidas e iniciativas de éxito enmarcadas en este enfoque de innovación.
Proyecto social
Un ejemplo de ello es el despliegue de proyectos de impacto social que ha desarrollado el Tanque de Ciberpensamiento y Auditoría Forense (TCP-IP). Esta organización sin ánimo de lucro ha marcado la diferencia en los últimos años al hacer posible la fusión de escenarios sociales con espacios de gestión de conocimiento de alta calidad en materia de seguridad digital, investigación informática y prevención de la victimización cibereconómica.
Desde la realización del primer congreso de cibercriminología en Latinoamérica en el año 2018 hasta organizar un entrenamiento gratuito para mejorar las capacidades de 300 investigadores de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Evento denominado Perito CiberJudicial, el cual tendrá lugar entre el 3 y 14 de agosto del presente año y busca capacitar en la obtención y preservación de evidencia digital y documental, habilidades más que necesarias en estos días donde hasta el delito más simple está acompañado del apoyo de un chat o un correo electrónico en un teléfono inteligente.
Innovar socialmente para ayudar al desarrollo de capacidades en ciberseguridad es posible desde diferentes alcances. Crear una plataforma de consulta para que hispanoparlantes sean contactados para servicios en materia de informática y auditoría forense y asesorar el primer marco normativo en ciberseguridad del Parlamento Andino son ejemplo de ello.
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Si deseas leer el artículo completo de Marlon Mike Toro-Álvarez, lo encontrarás en el número 18 de Segurilatam.