La coyuntura que estamos experimentando nos obligará a implementar cambios en nuestra forma de vida, costumbres y hábitos cotidianos con el objetivo de convivir con la nueva realidad de una forma más segura y evitando potenciales vías de contagio. Consciente de esta situación, y de las nuevas necesidades existentes, el sector de la seguridad está trabajando para adaptar su oferta a la realidad actual del mercado. En otras palabras, en el desarrollo de soluciones, como los sistemas de control de accesos, que permitan garantizar el bienestar del individuo y de la sociedad como un todo.
Sistemas RFID
Centrándonos en los sistemas de control de accesos y la seguridad física del individuo, ya se perciben los cambios en la demanda de sistemas que eviten el contacto. Los sistemas RFID pasivos son serios candidatos para generar entornos confiables al no requerir, necesariamente, contacto con los dispositivos de lectura susceptibles de transmitir patógenos peligrosos para la salud, como el coronavirus que ocasiona la COVID-19.
La creciente tendencia que existía, hasta el inicio de la pandemia, hacia sistemas de control de accesos biométricos, con detección de huella en menos de un segundo, con gran capacidad de almacenamiento de usuarios y con alta veracidad de detección –el 98% en gran parte de los equipos– conjugan ahora con RFID y pin.
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Por lo tanto, teniendo en cuenta que el factor contacto está reconocido como una potencial vía de contagio, los sistemas RFID sin contacto se presentan como una óptima solución en las circunstancias actuales. Además, otros factores que los hacen muy atractivos son el bajo coste de implementación, explotación y mantenimiento.
Reconocimiento facial
Aparte de los sistemas RFID y las ventajas que comportan, otros que han adquirido gran protagonismo son los de reconocimiento facial, ya que tampoco requieren contacto físico entre el usuario y el dispositivo de lectura. Estos equipos disponen de cámara con compensación de contraluces, corrección IR para poca luminosidad, detección de caras entre 0,30 y tres metros, gran capacidad de almacenamiento y alto rendimiento con una velocidad de comparación de uno entre 3.000 usuarios por segundo.
La adaptación de la tecnología utilizada por estos sistemas ha sido muy rápida. Al incorporar tecnología termográfica, basada en inteligencia artificial y algoritmos de deep learning, permite la detección y medición de temperatura corporal de personas, descartando otras fuentes de calor que pudieran generar falsas alarmas, y el correcto uso de mascarilla, generando un aviso al detectar una alta temperatura o no permitiendo al usuario acceder a las instalaciones en cuestión.
En definitiva, la nueva coyuntura en la que nos encontramos nos brinda dos escenarios plausibles que dan cobertura tanto a la seguridad física como a la sanitaria y, por ende, ayudan a garantizar el bienestar de nuestra sociedad. Por un lado, los sistemas tradicionales de RFID sin contacto, por su nivel de implementación, fiabilidad y coste asequible. Y por el otro, sistemas más modernos como el de reconocimiento facial. Ambos son adecuados para dar respuesta a las necesidades de seguridad actuales del mercado que requieren soluciones de prevención y contención ante la pandemia.