Marco García Director académico de Confevip
Marco García Director académico Confederación Nacional del Gremio de la Vigilancia Privada (Confevip)

Seguridad privada Los siete principales desafíos de la seguridad privada colombiana en 2021

La Confederación Nacional del Gremio de la Vigilancia Privada (Confevip) expone cuáles son, a su juicio, los retos que deberá afrontar el sector de la seguridad privada colombiano en 2021. Entre ellos, la asociación considera necesario reformar el Decreto 356 de 1994 (Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada).

Un vigilante de seguridad privada en el pasillo de un aeropuerto

Los guardas de las empresas de seguridad privada desempeñan un servicio esencial en Colombia.

El sector de los servicios de vigilancia y seguridad privada de Colombia, como aliado del Gobierno, siempre respalda todas las acciones que lleven a la recuperación de la confianza en las instituciones. La pandemia ha traído un estado de inseguridad e incertidumbre aunado a la crisis económica, evidente por el aislamiento, que hace que el pesimismo domine la sociedad y genere el ambiente propicio para la inconformidad social que pudiese manifestarse de formas violentas y el crecimiento de la delincuencia.

Desafíos de la seguridad privada

El escenario no cambiará hasta el segundo semestre de 2021, por lo cual, a juicio de Confevip, los siete principales desafíos que el sector de la seguridad privada debe asumir son los siguientes:

  1. Propender por que la institucionalidad crezca de la mano de la sociedad civil, las empresas de seguridad privada y la comunidad. Para esto se debe incorporar a todos los actores sociales en mesas de trabajo donde se interactúe y se planteen las acciones a desarrollar de forma concertada. Esto facilitará el logro de los índices de seguridad que un país como el nuestro merece.
  2. Lograr la generación de alianzas público-privadas para la construcción y administración de cárceles y poder apoyar al Gobierno en la seguridad de espectáculos públicos y deportivos en todo el territorio nacional. Este modelo de seguridad, exitoso en varios países de Europa y a seguir en América, optimizará los recursos de las fuerzas policiales y militares hacia su función básica esencial, delegando a la seguridad privada esa responsabilidad. El modelo ya se está estudiando en Colombia, donde se tienen 170.000 efectivos en la policía y 380.000 en la seguridad privada.
  3. Gestionar y apoyar la modernización y reforma del Decreto 356 de 1994, denominado Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada, pues está desactualizado, incluyendo la ampliación de los alcances de la seguridad privada de forma coherente con los avances y mejoras en tecnología de la sociedad.
  4. Optimizar y dinamizar la cooperación y articulación de la seguridad privada con la Policía Nacional. Esta relación debe fortalecerse, la seguridad privada debe ser protagonista cooperante en la prevención del delito y participar en los comités locales y regionales de seguridad ciudadana. La tecnología y georreferenciación son claves para la interacción entre la fuerza pública y la seguridad privada para la lucha contra el delito. Los recursos y la información deben compartirse y regularse su interacción para optimizar los controles hacia la delincuencia.
  5. En el nuevo entorno digital es necesario el desarrollo de estrategias de gestión asertiva de Big Data y análisis de escenas polidisciplinarias. Pero en lo más importante, la implementación de las tecnologías de vanguardia y su integración global para poder prevenir los actos delictivos con efectividad. Es clave la integración tecnológica tanto de las herramientas físicas como de las tecnológicas predictivas y reactivas, sin obviar su interacción e integración con los procesos de las autoridades. Cualquier tipo de tecnología de la seguridad en la que se incluyen la inteligencia artificial, herramientas de monitoreos remotos, reconocimiento facial y tecnologías de bioseguridad en la seguridad corporativa deben ser las palancas para la mejora de la percepción de la seguridad y la lucha contra la prevención del delito.
  6. Las empresas de seguridad privada tienen que adaptarse al nuevo mercado de seguridad empresarial y social que se ha abierto, deben ofrecer productos y servicios eficientes que permitan la seguridad de la información a todos los niveles tanto a escala empresarial y de defensa nacional como a escala local y particular del ciudadano.
  7. Finalmente, en la nueva realidad COVID los empleados de la seguridad pública y privada deben desarrollar nuevas competencias como la capacidad de manejo de nuevas situaciones bajo el entorno sensible de la pandemia, el contacto físico con los usuarios ha de evolucionar hacia mejoras en el trato al cliente y tiene que haber optimizaciones en las habilidades de actuaciones como primeros respondientes ante cualquier evento de seguridad. Es claro que la mayoría de los hombres de seguridad no son nativos digitales, lo que hace que la transformación digital se vaya dando progresivamente. Consecuentemente, las competencias digitales deben desarrollar habilidades diferentes entre las cuales están la capacidad de manejar equipos de trabajo a distancia, conocimiento y habilidad para manejar herramientas tecnológicas de seguridad como equipos de monitoreo, manejo de ofimática, conocimiento y manejo de redes sociales y apps.
Un vigilante de seguridad privada en un centro de monitoreo
El personal de seguridad privada debe desarrollar habilidades como el manejo de equipos de monitoreo.
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