Segundo cuatrimestre 2017
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artículo técnico
Asociaciones
gas hasta armas. Y lo peor de todo es
que quienes están privados de libertad
continúan sus actividades delictivas
desde los centros penitenciarios.
5. La cultura de copiar y pegar.
Si
bien es cierto que existen buenas
prácticas en materia de seguridad ciu-
dadana, muchos gobiernos –y lo que
es peor aún, instituciones multilate-
rales y supuestos expertos en mate-
ria de seguridad pública– pretenden
repetir sin mayor análisis lo realizado
en un país en otro. Es como si las so-
luciones no tuvieran que ver con las
realidades de cada país, sus institucio-
nes, su idiosincrasia, su realidad eco-
nómica, su capacidad de gestión, etc.
Cualquier persona que conozca Lati-
noamérica sabe que tenemos simili-
tudes, se podría decir que los mismos
problemas, pero bajo contextos abso-
lutamente distintos.
La receta es que no hay receta. A di-
ferencia de la referencia culinaria ci-
tada, aquí no se puede cortar y pegar.
Se deben hacer diagnósticos serios e
integrales y construir políticas públicas
y reformas que sean diferentes en sus
acciones concretas, intensidades, acto-
res, planes de implementación… Mu-
chas veces estamos comprando lo que
no necesitamos.
Frente a esto, algunos países han op-
tado por crear observatorios del crimen
o de la violencia. Y en el mejor de los
casos llegan a realizar, además, encues-
tas de victimización y percepción, una
medida correcta y necesaria, aunque
insuficiente, para obtener la informa-
ción. En muchas ocasiones se carece
de una cobertura suficiente respecto a
la información y en otras los observa-
torios no tienen capacidad de análisis
y de articulación de la misma con los
actores públicos y privados. Las meto-
dologías varían de país en país. Incluso
dentro de un mismo país, de gobierno
a gobierno, lo cual hace que, por un
lado, la información no tenga compa-
rabilidad internacional y, por otro, que
el propio país no posea la capacidad
de hacer un análisis longitudinal.
4. El flagelo de la corrupción.
Sin
que esto pretenda desalentar, hemos
de reconocer que tenemos una re-
gión sumamente corrupta. La mayo-
ría de los países considera que su po-
licía es corrupta, lo cual influye entre
los ciudadanos y las fuerzas policiales.
Pero no se trata de una percepción,
sino de una realidad. Pocos países de
la región cuentan con policías eficien-
tes y probas.
Los ministerios públicos o fiscalías y
el poder judicial tienen una larga tra-
yectoria de corrupción y de ineficien-
cia, lo que hace que, aun teniendo una
mejora en el sistema policial, el nú-
mero de procesados y sentenciados
sea todavía muy bajo. Se produce en-
tonces el efecto de la puerta girato-
ria: una vez capturados, los que se en-
cuentran al margen de la ley vuelven a
las calles en poco tiempo.
Finalmente, salvo raras excepciones,
en Latinoamérica las cárceles están au-
torreguladas por los propios privados
de libertad. El hacinamiento y las con-
diciones infrahumanas de los centros
penitenciarios nos hacen retroceder si-
glos en el tiempo. Y en este escenario
la corrupción campea. En una cárcel
latinoamericana se puede encontrar
todo lo que está prohibido, desde dro-
6. Falta de apoyo político.
Como he
comentado, la seguridad ciudadana
está en la agenda de todos los go-
biernos pero sin asignaciones presu-
puestarias correctas, lo que connota la
falta de priorización real por parte de
los políticos. Son necesarios presiden-
tes comprometidos con la causa y que
participen activamente para acabar
con la inseguridad de sus respectivos
países. Porque sin el apoyo político, las
instituciones y las políticas públicas es-
tarán, inexorablemente, condenadas al
fracaso.
Por lo general, los políticos no son es-
tadistas y, por ello, temas como la inse-
guridad ciudadana son tratados, en lu-
gar de para buscar una solución real al
problema que, obviamente, trascenderá
a su periodo de gobernación, como
una agenda mediática donde los titula-
res guían la forma de actuar respecto a
la acción real del Gobierno.
Aprosec viene trabajando en estos
temas desde hace más de 20 años. La-
mentablemente, el delito ha avanzado
con mucha más velocidad que las solu-
ciones y todo apunta a pensar que en
una década será incontrolable. Desde
las páginas de
Segurilatam
hacemos
una llamada a la reflexión, a la acción
y a pensar que podremos dejar países
más seguros a nuestros hijos.