artículo técnico
Primer cuatrimestre 2016
101
Opinión
pleta estas líneas. Para ello, pondré
como ejemplo la fuga del
Chapo
Guz-
mán de la prisión federal del Altiplano
(México) en 2015.
La cárcel del Altiplano cumple todos
los estándares internacionales relacio-
nados con la seguridad en una prisión.
No obstante, no fueron esos elemen-
tos físicos y electrónicos los que per-
mitieron la fuga del
Chapo
, sino la co-
rrupción. Así, podremos tener equipos
de última generación en nuestras cár-
celes, los muros más altos o el subsuelo
más seguro. Sin embargo, estas ciuda-
des son cuerpos vivientes que no son
ajenas a los problemas de la sociedad,
por lo que el desarrollo de la seguridad
de una prisión debe pasar, además de
por sistemas físicos y electrónicos, por
la incorporación de los sistemas y sub-
sistemas descritos. De no ser así, se con-
vertirán en territorios donde impera la
anarquía –“Las cárceles de Latinoamé-
rica son un camino al infierno” (
The Eco-
nomist
)–, donde nacen los negocios
más oscuros –“Desde las cárceles se ex-
torsiona, secuestra y se asesina por en-
cargo”
( BBC.com )– y donde criminales
comunes inician alianzas importantes
con organizaciones delictivas desvir-
tuando el fundamento filosófico de es-
tos lugares: el cumplir con una pena
por un daño a la sociedad y la reinser-
ción social del reo.
a una experticia y soportados por le-
yes orgánicas, reglamentos, etc., sobre
todo en los modelos europeos y anglo-
sajones. Sus tareas van desde prestar
simples servicios de registros, vigilan-
cia, identificación, coordinación de tras-
lados o expedientes hasta labores más
específicas como neutralizar reos que
están peleándose, traslados de prisione-
ros peligrosos, control de revueltas, se-
guimiento y vigilancia de bandas en el
interior de la cárcel, escuchas, intercep-
ción de llamadas…
Administradores de justicia
Otro aspecto que debe engranar en los
sistemas y subsistemas, para ir cerrando
el concepto que estamos desarrollando,
es el de los administradores de justicia,
cuya labor fundamental es garantizar
celeridad y distribución de justicia a los
reos. Lamentablemente, es conocido
que en Latinoamérica la capacidad de
las cárceles está rebasada en un 300 por
ciento debido a la carencia de prontitud
en los procesos y la ecuánime distribu-
ción de justicia, lo que ha generado ha-
cinamiento y, por consiguiente, corrup-
ción y violencia.
Precisamente, quise finalizar este ar-
tículo con esas tres palabras –hacina-
miento, corrupción y violencia– y así in-
cluir otra parte fundamental que me
permitirá cerrar de forma muy com-
terizadas por su sencillez y austeridad.
En ellas, todo lo que poseía un reo ha-
bía sido ganado, desde un trozo de
papel hasta un jergón. Asimismo, era
muy fácil perder los privilegios o po-
sesiones, de manera que este régimen
dirigía el día a día en cuanto al com-
portamiento del prisionero tanto den-
tro como fuera de la cárcel, lo que, a
mi entender, mantiene a Reino Unido
con cifras no significativas en lo que
a la violencia se refiere: 239 fallecidos
en todo el año 2014, según el National
Offenders Management Service (Servi-
cio Nacional de Gestión de Delincuen-
tes) frente a los 350 reos que murieron
a causa de un incendio en Honduras
en 2012 o los 800 presos que fallecen
anualmente en Venezuela.
Naturalmente, la imposición de un ré-
gimen no viene sola. La cultura y la filo-
sofía de la disciplina son implementa-
das por un
staff
de profesionales, que
sería otro de los sistemas y/o subsiste-
mas que pondría en otro nivel de im-
portancia elevado. Aquí, al igual que
en los párrafos anteriores, en los que he
insistido en que el tema de la seguri-
dad en las cárceles es un ciencia donde
cada elemento tiene su importancia,
no podemos ver a estos profesionales
como simples celadores. Muy al con-
trario, son recursos humanos de alta
cualificación, segregados de acuerdo